Lo que este evento planetario ha provocado y lo que dejará. Una crónica en reflexión todavía no cerrada.
En tiempos de tanta información que da tanto alimento a los pensamientos. En tiempos de tanto mar revuelto en nuestras emociones alimentadas por esos pensamientos y lo que vemos y oímos. En estos tiempos en que toda la humanidad está atravesando, me atrevo a decir, una experiencia inédita: gran parte de la población mundial confinada en sus casas ateniéndose a las mismas medidas de seguridad y cuidado de la salud. En estos tiempos que corren y se disparan, me siento llamada a confirmarme y entregarme a los canales virtuales que jamás podrán reemplazar la experiencia de prácticas presenciales sin embargo las valoro y las valido con mucho agradecimiento en estos momentos.
Hoy, sin saber muy bien por cuánto tiempo más. Y aquí, que es allí donde yo estoy y tú estás, posiblemente con cierto grado de aislamiento físico de otr@s, voy a comenzar a compartirte información y prácticas que nos ayuden a gestionar y navegar esta vivencia individual y colectiva. Es el compromiso que tengo en mi vida conmigo misma y mi intención es ser útil al bienestar propio individual y el de tod@s. Ya sabés cómo seguirme y, si no, escribime. Esto no es para promocionarme ni pasar un chivo sino para hablar mi sentir que quizá te haga eco.
En estos días estuve pensando en el sufrimiento de los enfermos, de los cuerpos médicos, enfermeras, personal de limpieza de los centros de salud que están en esa primer línea de batalla entregándolo todo inclusive, en algunos casos, sus propias vidas como el Dr. Liang Wudon y l@s demás mártires anónimos.
Paralelamente a todo ese sufrimiento, percibo que a muchos niveles, están pasando cosas muy preciosas y valiosas. Consciencia y cuidado propio y de los otr@s, aunque sea por Plan B: porque es obligatorio o porque puede ser peligroso para nosotr@s mism@s, estamos muy atentos a los demás. No se aplica el “sálvese quien pueda”. Nos damos cuenta de que no hay países ni fronteras ni clases sociales ni razas ni religiones ni distinción política. Para tod@s en todas partes del mundo, la vida se simplifica y nos devuelve a la igualdad.
Lo otro que estoy viviendo con mucho alivio y placer es la desaceleración y la pausa. Tener tiempo para lo que todas las actividades puertas afuera nunca nos dejaban tiempo. Volver a casa y así como nos guardamos en nuestros hogar, volver también al hogar interior donde podemos reencontrarnos, o desarrollar, el sentimiento de sentirnos a salvo y poder diluir toda ansiedad y confusión en nuestro núcleo interno. Y hay más y habrá mucho más y no me cabe duda que esto ya es un pasito, o un gran salto, para la consciencia de una humanidad unida, más madura y más compasiva. Aunque, cuando pase, no lo recordemos todos los días, ya habrá generado memoria.