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Tantra

El amor y la belleza se han hecho para contemplar. ¿Qué más se le puede desear a un ser humano?

“Inés”, Julio Chávez

 

Esta frase podría ser un aforismo de un ágama (texto sagrado) contemporáneo del Tantra. Amor, belleza, contemplación, deseo, ser humano: variables físicas y meta-físicas del Tantra como ciencia contemplativa.

 

¿Cómo es que hago esta asociación? La explicación tiene muchas aristas.

 

¿Qué dicen del Tantra la historia y la arqueología?

 

Tantra, es una de las pocas corrientes místicas que nos llega de tiempos milenarios con prácticas para el auto-conocimiento e integración de los aspectos que nos definen como individuos, personas y seres vivientes sintientes multidimensionales. Es, en esencia, una tradición espiritual, concibiendo lo espiritual como aquel aspecto del ser humano que lo conecta con todo en su entorno directo e indirecto, aquello que está fuera del tiempo lineal, del 3 D y la materia, y que no puede ser pensado con la mente cognitiva. Tantra pertenece a los conocimientos de las ciencias contemplativas.

 

El significado de “Tantra” tiene muchas acepciones, una de ellas sostiene que proviene de la raíz Tan (estirar, extender) y Tra (que indica la instrumentalidad), sería así un instrumento de expansión del campo de la conciencia ordinaria hacia lo supra-consciente y dirigido a la trascendencia de la visión ordinaria dualista y reificadora (cosificadora) – el ver todos los fenómenos como permanentes y separadas de la consciencia que las percibe. Otros autores sostienen que el término puede estar compuesto por dos conceptos: Tanoti (extender, expandir) + Trayata (libertad o liberar). En este caso significaría “la expansión de la consciencia” y/o la “liberación de la energía”. En todos los casos, encontramos dos aspectos que son un común denominador según su etimología: la consciencia y la energía.

 

Los arqueólogos han encontrado evidencia de cultura tántrica en la arquitectura de algunos pueblos de la Anatolia (actual Turquía) del 8.000 a.C.  Sus construcciones denotan haber estado habitados por sociedades matriarcales, que veneraban un principio creador femenino (una Diosa) y que podrían haber tenido como parte de sus hábitos y rituales, la unión sexual en ceremonias sagradas en altares. Existen también reminiscencias en la arquitectura y arte de los pueblos dravídicos del Indo (actual Paquistán, Cachemira y Norte de India), que habitaron esa zona antes de las invasiones arias. Esas costumbres y liturgias, hacen a los principios fundacionales del tantrismo, que también se conocen en otras culturas de China y Egipto.

 

Podría aseverarse que el Tantra es “padre/madre” del Yoga y que ambos están íntimamente ligados. De hecho se sabe que hasta el S X de nuestra era, ambas tradiciones estuvieron unidas.

 

En palabras de Swami Satynanda:

 

El Tantra es un sistema universal arraigado al psiquismo de la humanidad: sus arquetipos y su naturaleza.

En un ser humano común, el proceso de cognición ordinario está limitado por los sentidos. El Tantra facilita métodos que despiertan el potencial de la energía y la consciencia en el ser humano. Las prácticas y actitudes tántricas permiten alcanzar niveles de comprensión y experiencia que son inaccesibles en el estado mental ordinario.

 

El tantrismo que conocemos hoy es el resultado de siglos de experimentación yóguica con el cuerpo y con la mente.

 

En la actualidad se habla de dos vertientes principales:

 

       Vama marga, vía de la izquierda. Son las escuelas y linajes que incluyen en sus prácticas la energía sexual y el sexo en interacción con otro. Esta es la vía del Tantra hinduísta, Neo -Tantra de OSHO, Tantra Shivaíta Cachemir,  Shaivasiddhanta del sur de la India y del Tao de la sexualidad.

 

       Dakshina marga, vía de la derecha, la senda de los renunciantes, que practican la austeridad y la devoción y en la cual se prescinde de la sexualidad con otro como práctica para la evolución interior. Esta vertiente, al igual que Vama Marga, posee un sofisticado trabajo con la mente y sobre el cuerpo sutil (energía y canales energéticos). Esta es la vía del Tantra budista tibetano.

 

Cabe aclarar que el Tantra, sin ser religión ni ciencia, es perfectamente compatible con ambas. Su lenguaje mítico y metafórico plantea un posible derrotero en lo que hace a la exploración de la conciencia, la mente y estudio de la materia que, en otro código y con otros términos, también es objeto de estudio de la ciencia moderna y culto en la religión.

 

 

 

Posible contexto y coyuntura favorecedora para su resurgimiento

 

El fenómeno de resurgimiento del Tantra se ha dado con gran impulso en la segunda mitad del S XX. Entre una multiplicidad de factores, puede que los mencionados a continuación hayan sido facilitadores de ese fenómeno.

 

       Revolución y liberación sexual. Una de las “banderas” del movimiento Hippy y de la tercera ola del feminismo sesentayochista. La píldora anti-conceptiva, el mayo francés, la caída del muro, entre otros muchos eventos, son prueba de ese movimiento de liberación a muchos niveles.

 

       Surge en occidente en estratos sociales en los que las necesidades básicas se hayan cubiertas y satisfechas..

 

       La psicología se va abriendo camino en el mundo académico, lo que comienza a habilitar la práctica de otras técnicas para el tratamiento de los síntomas. El Tantra, es uno de esos nuevos horizontes provenientes de oriente, que se comienzan a considerar por su valor terapéutico, o por los curiosos, para indagar en terreno de lo desconocido.

 

 

 

Vigencia de una sabiduría que se resignifica y tiene mucho para ofrecernos

 

Podríamos decir que el modelo socio-económico moderno ha provocado un fenómeno de desconexión múltiple. El ser humano se ha desconectado de la naturaleza, de los otros, de su propia trascendencia, del misterio de la existencia, de lo transpersonal o espiritual, del sentido de la vida, de la consciencia de finitud y muerte del cuerpo físico. La tecnología está comprobando ampliar este cisma. Recuperar contacto con nuestra propia intimidad, con la tierra, con los otros, con el cosmos, con nuestra inherente e inexorable finitud, podría ser un ejercicio saludable e inteligente que podríamos plantearnos para corregir el rumbo, que tantas señales de desviado y erróneo nos está mostrando.

 

Uno de los principios fundamentales del Tantra, tan valioso en estas épocas de tan brutal intolerancia y rechazo a lo diferente y desconocido, es la completa aceptación del mundo y de todos los fenómenos que en él se manifiestan, tal y como son, sin pretender cambiarlos y valorando su carácter único, necesario y expresión de la riqueza de la vida en todas sus formas.

 

El tantrika entiende que el universo concreto de la materia es una ilusión que no niega, y a la cual se integra para percibir su realidad profunda. El practicante se zambulle en la experiencia para tomar la fuerza que sostiene lo aparente y trasmutarla. ¿Qué significa esto? En el caso de las emociones,

por ejemplo, se entrena la mente para separar la fuerza y energía que sostiene un enojo o el fuego de la excitación y se lo transforma en combustible para alcanzar estados conscientes más sutiles. La energía se libera de aquello que la constriñe y esa liberación nos da acceso a otros estados de consciencia.

 

Algunos de los tesoros más preciosos que tiene el Tantra para ofrecernos son:

 

       Herramientas para alcanzar la completud en nosotros mismos y así dejar de buscar la satisfacción de nuestras carencias emocionales a través de otros.

 

       La posibilidad de resignificar la sexualidad tal como la conocemos recuperando su dimensión extática y sagrada. Sagrada en todos los niveles: reproducción como poder “divino” de creación; el placer como puerta a otros niveles de consciencia, entre amantes o practicantes, en lo cotidiano o en el marco de un ritual. Y todavía podemos ir más lejos, ya que en Tantra se pretende hacer de lo cotidiano un ritual y algo sagrado en todo momento.

 

       Encontrar en uno mismo el espacio de paz, abundancia y bienestar, liberando el pasado, sanando el contaminado cuerpo emocional, aquietando la mente.

 

       Descubrir nuevas dimensiones de lo que somos.

 

       Intento de aceptación amorosa, primero de nosotros mismos, y luego de todo lo que nos llega en la vida, sobre todo a través de las relaciones con los otros.

 

       Transformación de todo tipo de “oscuridad” (conflicto, duda, queja, síntoma) en “luz” (bienestar, aceptación, armonía, integración, agradecimiento, auto-curación).

 

       Concebir la vida como manifestación de la energía en su danza Yin – Yang (la dualidad femenino – masculina) en todas las formas manifiestas. Esto es principio medular del Tantra hinduista que sostiene que el universo emerge de la unión permanentemente de dos principios cósmicos últimos y polares simbolizados por Shiva (el masculino, la conciencia) y Shakti (el femenino, la energía en constante cambio). Esta visión de esa dualidad primaria opuesta y complementaria sería un patrón de funcionamiento de la materia y de todos los fenómenos.

 

       Reconocernos como una célula de puro potencial, perteneciente al cuerpo del universo.

 

       Toma de conciencia de los modelos de relación en los que nos hemos movido y nuestros propios patrones de funcionamiento para propiciar un cambio de aquellos ya caducos, que no nos pertenecen o no son ecológicos en el momento presente.

 

       Exploración de la consciencia en el único tiempo en el que podemos ser y hacer: el presente.

 

Y para que todo esto suceda, tienes que estar dispuesto a construir nuevos paradigmas, a lanzarte a lo desconocido, a abrir tu corazón. Todo lo demás llegará como el día le sigue a la noche, como florece la primavera pasado el invierno.

 

Así la experiencia tántrica es:

 

presencia en el ahora, que Todo lo expande y profundiza;

 

y

 

corazón en aceptación amorosa, que Todo lo sacraliza y trasciende.

¿Qué implica la senda tántrica?

 

Así como para llegar a correr, primero tenemos que aprender a gatear y luego caminar, para hacer camino en el Tantra, puede ser necesario, o indispensable, todo (o algo) de lo que sigue:

 

       Aprender a meditar y calmar la mente de sus agitaciones en forma de emociones, pensamientos, expectativas, frustraciones, ansiedades, etc. Al mismo tiempo , aspirar a transformar nuestra visión de las cosas, la única transformación posible para los seres humanos comunes. Este punto es CONDICIÓN SINE QUA NON.

 

       Aprender a regular la respiración.

 

       Estar dispuestos a trabajar con nuestras sombras, heridas, dolores, patrones conductuales disfuncionales, traumas. Crecer en consciencia emocional y auto-conocimiento.

 

       Desarmar el mecanismo de apego a lo placentero (y a todo) y rechazo a lo displacentero. Esto es absolutamente clave, y un punto en el que, lo que se denomina Tantra en la actualidad, encuentra su principal distorsión. El desafío para nuestra mente es lidiar con el deseo y la trampa del apego en sus dos caras: aferramiento al placer y rechazo al dolor y al sufrimiento. Para el Tantra, el placer es un puente a otros estados de consciencia, no el destino final. Y tanto el placer como el dolor pueden ser energías utilizadas y transmutadas para alcanzar estados elevados de consciencia.

 

       Revisar si estamos cayendo en estilos de vida hedonistas y, conscientemente llevar vidas acordes a la eudaimonía (florecimiento humano, prosperidad, vida buena no buena vida). Tendríamos que vivir en contentamiento: si obtengo lo que anhelo, muy bien y si no, también! Esto está directamente relacionado al punto anterior sobre nuestra relación con el deseo.

 

       Tendremos que indagar y abrirnos a cuestionar nuestras creencias y la manera de concebir la muerte como un final.

 

De hecho, el Tantra honra la muerte por:

 

. Revelar el verdadero sentido y valorar la vida, de lo que surge un compromiso con una correcta actitud ante uno mismo, los otros y los valores humanos en todo momento y en todas nuestras acciones y decisiones.

 

. Ayudar a descubrir qué somos y para qué estamos.

 

. Prepararse y vivir conscientemente la propia muerte.

 

. Vencer el miedo a morir que se encuentra en la base de todos nuestros otros miedos.

 

       Dependiendo de la senda del Tantra que decidamos transitar, quizá debamos ahondar en las prácticas físicas y sobre el cuerpo energético para desarrollar habilidades de conducción y regulación de la energía por el cuerpo sutil compuesto por nadis y chakras.

 

       Teniendo en cuenta que el Tantra es una tradición iniciática, tendremos que estar abiertos a la guía de un Maestro. La relación Maestro – discípulo es clave en el trabajo de desarmado de la construcción egóica de nuestras mentes. La devoción es un atajo para despertar a la verdadera naturaleza de lo que somos. El Maestro nos orienta y acompaña en nuestra práctica y, eventualmente, es quien nos inicia en algunas de las prácticas que así lo requieran, como las prácticas secretas. En el marco de lo que se conocen como ciencias contemplativas, el Tantra pertenece a las tradiciones de transmisión del conocimiento por la vía contactual: de Maestro a discípulo y con base primordial en la práctica e indagación en primera persona, como factor inexorable para el “saber” y la realización. No basta con estudiar y comprender desde la mente racional y el ejercicio del pensamiento. De allí que se involucre el cuerpo, en todas sus dimensiones (más densas y más sutiles) y la consciencia, primero en modo testigo, para luego trascender los estados ordinarios de experiencia.

 

Como en todo, puede que entres por cualquiera de sus puertas, y sea la que fuere la razón: necesidad, interés, curiosidad, causalidad, error, o sin saber por qué. Todas las puertas, razones o sinrazones, son válidas.

Sexo y sexualidad en el Tantra, a inicios del S XXI

 

Si no somos capaces de mirar francamente nuestra sexualidad, jamás descubriremos nuestra verdadera espiritualidad. Tu espíritu terrenal te lleva a descubrir tu espíritu celestial. Mira lo que te creó para descubrir lo que te hará inmortal.

 

“Enseñanzas sexuales de la tigresa blanca”, Hsi Lai

 

Hablemos y reflexionemos sobre el sexo y la sexualidad como hablamos de pensamiento, de alimentación, de respiración, de relacionamiento con los demás, de cuerpo, de emociones, de psicología, de espíritu: observándolo y reconociéndolo como uno de los ámbitos en los que desarrollamos nuestra experiencia como seres humanos. Hay órganos: los genitales; fisiología: un aparato reproductor; hay una dimensión psico-física: cómo nos expresamos y desenvolvemos en la sexualidad. Pero eso no es todo. Hay algo más. Nuestra sexualidad abarca distintas dimensiones: lo instintivo mamífero, el psiquismo, el éxtasis místico. El Tantra las abarca todas.

 

La sexualidad orgásmica plena requiere una libertad emocional y un despliegue del desarrollo sexual a través de sus fases naturales que son muy poco frecuentes. Si el corazón no está libre para experimentar el poder del amor, si estamos bloqueados emocionalmente y reprimimos sentimientos, no hay manera de experimentar el orgasmo total ni el bienestar total.

¿Cómo podemos vivir una vida plena y extática si reprimimos nuestra sexualidad?

Gabrielle Roth

 

 

La sexualidad en el Tantra es concebida como la pulsión creadora última. Se utiliza la poderosa fuerza de la energía sexual para despertar nuestros centros energéticos, para sanar la psique humana y para activar nuestro poder espiritual.

 

Hay una llave escondida en tu sexualidad. Por un lado a través del sexo, la vida se perpetua, este es sólo un uso parcial de tu energía sexual.

Por otro lado si te mueves con plena consciencia en tu energía sexual, descubrirás que has encontrado una llave para comprender la vida eterna, para comprenderte como pura energía vital, luminosa, vibrante y eterna.

¡La energía sexual es energía vital moviendo cada célula, cada átomo de tu cuerpo!

Empieza siendo sexual y acaba siendo puro éxtasis, pura existencia.

 

Astiko Ji

 

 

La sexualidad ha sido una energía incomprendida y erróneamente utilizada en la historia de la humanidad. Desde una lectura del Tantra hinduista, esa errónea utilización de la energía sexual ha llevado a uno de los mayores problemas de la humanidad en la actualidad: el cisma entre el femenino y el masculino, los dos aspectos de la energía presentes en todo fenómeno en el plano de la dualidad, incluidos los cuerpos de un hombre y de una mujer, en su individualidad y en su interacción.

 

El Tantra enseña el verdadero uso sagrado de la sexualidad para que lo femenino y lo masculino se puedan unir, reequilibrar, retroalimentarse y fundirse, en lo que resulta un proceso de sanación individual, de a dos y colectiva.

 

Estamos viviendo un momento histórico en la evolución de la relación del masculino y femenino y en las relaciones entre hombres y mujeres. Tanto hombres como mujeres tenemos en el culto al femenino una joya y extraordinaria vía de recuperación de nuestra armonía y genuino bienestar.

 

En épocas de sociedades multi-género, se están revisando y cuestionando antiguos modelos y se reconfiguran los nuevos roles en las relaciones de pareja y sexuales.

 

El equilibrio de lo masculino-femenino posiblemente sea EL desafío del momento, sea cual sea nuestro género y cómo nos sintamos identificados/as con él.

 

Desde la visión de la filosofía del Tantra, una lectura del modelo social de patriarcado (en plena etapa de revisión actualmente), sería que el aspecto masculino de la energía se ha exasperado, extremizado, es predominante, y no existe un aspecto del femenino de la energía que lo regule y equilibre. Y esto ocurre tanto en hombres, como mujeres y elles, en la interrelación entre humanos y de los humanos con otros seres y con su entorno.

 

Ese desequilibrio queda evidenciado, por ejemplo, en el consumismo insostenible y la extracción depredadora de los recursos, un patrón que nos ha llevado a la crisis medioambiental sin precedentes que estamos atravesando, y de la cual la raza humana es en gran parte, o quizá única, responsable. Ese patrón de voracidad cortoplacista es un patrón que no se limita a lo que hemos hecho al planeta sino que se transfiere a la conducta humana a muchos niveles: cómo abordamos nuestro cuerpo, cómo procesamos los alimentos, cómo tratamos a animales y plantas, cómo nos relacionamos con otras personas.

 

Se ha perdido la tensión dinámica causada por la atracción y la repulsión magnética de los duales opuestos y complementarios. Lo masculino manifestado en acciones orientadas siempre a un objetivo, la productividad, lo lineal, el hacer, la tensión, lo duro, la fuerza, la dirección, el foco, la generación, la atención, lo que penetra, la razón, el pensamiento, da poco espacio a lo femenino visible en lo polivalente y ambiguo, el descanso, el no hacer, la relajación, lo blando, la sensibilidad, la pausa, la duda, la pregunta, la compasión, lo abierto, la receptividad, la amorosidad, la intuición.

 

Para esta laboriosa y desafiante tarea, el cuerpo de la mujer guarda una sabiduría extraordinaria que le es dada por propia naturaleza intrínseca. Desde sus senos a su corazón, conectando con lo amoroso, la empatía, el nutrir para mantener la vida. Desde sus genitales a su vientre, conectando con el instinto, la fuerza de la vida encarnada, la gestación casi como un milagro, ser canal iniciático de todo aquello que da a luz.

 

Los nuevos modelos y los nuevos juegos de roles, no deberían perder de vista las inteligencias que nos han sido dadas en el vehículo físico que encarnamos. No importa quién juegue qué rol, el guion que interpretemos no debería perder de vista la matriz energética que nos conforma. En una dinámica fluida y no resistente, alguien debe asumir el masculino y alguien el femenino para dar un paso evolutivo, trascender la competencia que a todos nos empobrece y complementarnos con los talentos que a todos nos enriquecen: el femenino con el amor y el eros, el masculino con su presencia inequívoca.

 

En esta reconfiguración, que estamos atravesando a nivel de género, sexualidad, vínculos y relacionamiento, el Tantra nos brinda un camino de reconstrucción colocando en los pilares de la base lo natural, la inocencia, la pureza, lo erótico unido al afecto, el sexo sacralizado, todo lo que, sin dudas, puede mejorar nuestra calidad de vida y siempre propiciará el gozo imperturbable, la alegría sin excitación, el océano del bienestar profundo, lo extático más allá de las fronteras del concepto.

 

 

 

El culto del femenino



El Tantra hinduista honra a Shakti o Devi, la Diosa, el aspecto femenino de la energía, manifestador de lo dinámico y del cambio constante. Ese femenino es el Yin, lo receptivo con su poder liberador, nutritivo y benéfico.

 

Cuando hablamos de la Diosa Madre, nos referimos a simbolismos de las antiguas civilizaciones matriarcales. Esa Diosa era la divinidad primordial, sembradora de semillas, inspiradora en la domesticación de animales, de las primeras obras de arte, de la música y de la poesía. Poder fecundador de la vida, el útero y la tumba que recibe y da muerte. Cuerpo sagrado en su boca, senos, vientre, vagina, huesos, sangre, uñas. Nacimiento, muerte y disolución son las tres palabras sagradas del ciclo que nos recuerda la diosa Kali – una de las formas en las que la Shakti se manifiesta.

 

 El, y la, tantrika veneran la Tierra y toda la manifestación femenina del universo, expresión de la energía Madre.

 

De la misma forma que a la Tierra y el principio del femenino, se venera el Cielo, expresión del poder de la conciencia y de la energía del Padre, el masculino, representado en la mitología tántrica por el Dios Shiva.

 

Así, en Tantra hinduista se concibe a la consciencia penetrando toda manifestación en la materia (Purusha – consciencia, penetra Prakriti – la materia) y se aspira a la trascendencia más allá de la apariencia de dualidad. Y para ello, no hace falta ir a ningún lugar más que honrar el lugar que tenemos y hacer de él, el cielo en la Tierra.

 

El aspecto femenino de la energía es el modo y método en Tantra. La vida en todos sus colores y formas, se venera e integra para nuestra realización última de consciencia.

El cuerpo y su sabiduría

 

A diferencia de la mayoría de las tradiciones ancestrales, el Tantra acepta plenamente lo que somos y venera el cuerpo considerándolo como un templo sagrado.

 

En relación al cuerpo, es necesario comprender que para el Tantra:

 

       Es un extraordinario universo complejo cuyos secretos desconocemos.

 

       Es una construcción mental, una imagen, un esquema. Su grandiosidad a escala celular nos confirma la existencia de esa inteligencia que lo mantiene y da vida. El mapa no es el territorio: lo que “mapeo” de mí no es todo el territorio de lo que verdaderamente soy.

 

       Está animado y sostenido por la misma inteligencia que anima desde la más ínfima partícula subatómica hasta las colosales galaxias.

 

       Guarda potencialidades insospechadas, energías descomunales que generalmente quedan sin cultivar por el hombre común.

 

 

 

El cuerpo carga con crueles carátulas distorsionadoras impuestas por nuestras mentes conceptuales. Lo estético, el pecado, el prejuicio racial por el color de la piel que lo cubre, entre tantas otras etiquetas. Quitándole esos ropajes mentales, el cuerpo es pura inocencia. El cuerpo no sabe mentir y capta inequívocamente la Verdad, a través de su sentir.

 

 

El cuerpo reconoce la verdad de una caricia. La certeza de sentirse querido que sólo la piel sabe confirmar.

 

Gonzalo Pérez Benavides

 

 

Queda a las claras que no solemos vivirlo así. Para el Tantra es la única manera de vivirlo.

 

Es por eso que nos entrenamos en la meditación: para poder acompañar y acompañarnos. Para darnos cuenta de cuando estamos proyectando creencias y prejuicios, para poder contener eventualmente algún dolor que pueda despertar, o contener también la dicha de alguna experiencia expansiva. Sólo cuando logramos esa mirada de auto-aceptación, de testigo curioso y amoroso, el cuerpo puede ser un portal de lo extra-ordinario y, seguramente, habilitarnos la entrada a la sintonía de sanación.

 

Hoy en día, las técnicas de somática y otros abordajes del trauma, dan voz al cuerpo y abren la atención, la escucha y el registro a las memorias y experiencias que afloran cuando permitimos que desde el cuerpo se nos muestre, sin juzgar. Esto forma parte de la terapia tántrica hace décadas y del Tantra, como camino de sanación, desde hace milenios. El Tantra contemporáneo, de hecho, se vale de técnicas ancestrales y asimiló otros métodos y terapias psico-físicas modernas como la bioenergética, la somática, la psicología, las múltiples técnicas de masaje y tacto consciente.

 

Es de sospechar que a lo largo de los siglos y milenios las tradiciones ancestrales hayan ido actualizándose e incorporando conocimientos en su crecimiento y evolución. El fin podría justificar los medios, o quizás aún más: el fin necesitaría de nuevos medios. Ese fin en Tantra no es otro que la realización de la última Verdad de lo que somos y no vemos ni experimentamos en lo ordinario. Los medios son todas esas herramientas (técnicas, terapias, ejercicios, prácticas, lecturas) que posibilitan el correr los velos y disipar las nubes para ver con claridad nuestra naturaleza última, y primera.

 

Como toda tradición viva, el Tantra seguirá evolucionando, descartando e incorporando técnicas. Sumo mi intención y mi tarea, con sencillez y humildad, al cuidado y transmisión de sus tesoros guardados durante milenios por linajes de Maestros, gurús, sabios, Santos.

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